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Dr. Cristián Navarrete, Onco Dermatólogo: “siempre me ha gustado ayudar y siento que como médico podemos lograr esto día a día”

20/06/2022

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“Cada paciente, cada familia, es una historia única, y eso es lo que más me gusta. Todos los días aprendo algo nuevo de ellos. Tengo pacientes de fuera de Santiago, que me cuentan cómo viven, qué hacen. Al final muchas veces conozco Chile, sus profesiones, sus oficios, sus pueblos y ciudades a través de ellos”.

El Dr. Cristián Navarrete es el único médico de su familia de origen. Tiene una hermana, con la que es muy cercano, de hecho, es el padrino de su hijo, y durante su niñez le gustaba mucho pasar tiempo en Linares, de donde es su familia. “Tengo un vínculo muy lindo con esa ciudad y aún hay parientes viviendo allá. Hasta que falleció mi abuelo, iba al menos 2 veces al año y a veces pasaba meses allá", cuenta.

Uno de sus mejores momentos del día es cuando llega a su casa y su hija de 2 años lo recibe con un “papá". Tengo dos hijas de 2 años y de 2 meses. Disfruto mucho junto a mi señora e hijas y tratamos de salir a caminar y pasear todos los días", dice.

¿Qué cree que sería hoy si no hubiese sido médico?

Quise ser médico desde que tengo recuerdo. Nunca tuve dudas de mi vocación. Siempre me ha gustado ayudar, y siento que como médico podemos lograr esto día a día como parte de nuestro trabajo. Eso es algo que pocas carreras otorgan, la satisfacción de hacer cosas que impactan en el resto mientras se busca un bien superior al personal.

Si fuera capaz de cambiar algo en el mundo, ¿qué cambiaría?

Lamentablemente vivimos en un mundo muy desigual. La tecnología y los avances médicos cambian en muy poco tiempo y permiten lograr mejores tratamientos, más efectivos y con menos efectos secundarios. No todos pueden tener acceso a estas mejoras. Me gustaría que se pudiera entregar la mejor atención a todos los pacientes, a lo largo de todo Chile.

¿Tiene algún pasatiempo favorito?

Soy medio músico, toco guitarra desde los 12 años. En la época universitaria tocábamos frecuentemente y hasta grabamos un disco con nuestro antiguo grupo de música. A veces aún lo escucho cuando operamos. Hoy en día sigo tocando guitarra en mi casa, de vez en cuando hemos tocado con otros músicos de la Escuela de Medicina. También me gusta mucho el trekking y la fotografía.

¿Qué es lo que más le gusta de la relación con los pacientes?

Cuando comencé a trabajar en un área tan específica como el cáncer de piel, pude darme cuenta de lo importante que es la relación con mis pacientes, sus familias, y la relevancia de poder conversar con ellos. Los pacientes que han tenido algún cáncer de piel saben que es un diagnóstico difícil, que involucra a ellos y a sus familias. Saben también que es un control de por vida. Muchas veces me toca atender a familias completas, dos o tres generaciones hacia arriba y hacia abajo. Cada paciente, cada familia, es una historia única, y eso es lo que más me gusta. Todos los días aprendo algo nuevo de ellos. Tengo pacientes de fuera de Santiago, que me cuentan cómo viven, qué hacen. Al final muchas veces conozco Chile, sus profesiones, sus oficios, sus pueblos y ciudades a través de ellos.

¿Por qué se dedicó a las enfermedades a la piel?

Lo primero que me llamó la atención fue que se podía hacer el diagnóstico de la mayoría de las enfermedades a la piel solamente mirando. Muchas especialidades requieren exámenes u otras intervenciones para poder realizar el diagnóstico. Cuando pasé por Dermatología fue lo primero que me llamó la atención. Luego comencé a dedicarme a un tema específico que son las enfermedades oncológicas de la piel. Esto se ha convertido en mi actual área de trabajo. El cáncer de piel es una enfermedad curable -casi siempre- cuando se hace el diagnóstico precoz. Hoy contamos con herramientas que caben en nuestros bolsillos para poder detectar el cáncer de piel en etapas iniciales y eso es realmente una labor maravillosa.

¿Cuál ha sido el momento más duro en su carrera?

Cada paciente que he tenido la suerte de atender y que lamentablemente ha fallecido por un cáncer de piel es un momento de mucha pena e introspección. Cada paciente está rodeado de una familia, de amigos, que se ven afectados. Recuerdo a mis pacientes que han partido, y agradezco que me hayan dado la confianza de haberlos tratado y de haber sido parte de su equipo.

Durante la pandemia, ¿cuál ha sido momento más desafiante?

En algún momento el Departamento de Dermatología cerró por completo por meses, luego comenzamos lentamente a retomar las atenciones ambulatorias. En este proceso hubo muchos pacientes que no pudieron asistir a la consulta. Esto se tradujo en que hemos comenzado a ver cáncer de piel más avanzado, lo que implica muchas veces en un peor pronóstico o en tratamientos más complejos. Ha sido muy difícil lograr el equilibrio otra vez y aún quedan muchos pacientes que no han podido venir a la consulta por falta de horas o porque aún hay un temor al COVID.

¿Tiene algún desafío laboral pendiente?

No sé si es un desafío, pero me gustaría que nuestra Unidad de Melanoma y Cáncer de Piel se posicionara como la elegida por nuestros pacientes en Chile y Latinoamérica. Poder brindar los mejores tratamientos, pero al mismo tiempo otorgando un apoyo emocional a nuestros pacientes.

¿Cuál es su mayor triunfo?

Haber podido formar una linda familia con mi señora e hijas. Cada día me despierto y doy las gracias por lo que tengo. Poder ayudar a mis pacientes es otro gran triunfo.

¿Cómo sería un día perfecto para usted?

Salir a caminar con mi familia por la ciudad, recorrer pequeñas tiendas, tomar un rico chocolate caliente o un té, conocer lugares nuevos, subir un cerro, sacarse una foto y poder disfrutar de un grupo en vivo.

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