La esclerosis lateral amiotrófica o ALS por su nombre en inglés
Es una enfermedad progresiva e incapacitante y, finalmente, mortal. Con el tiempo aparecen dificultades para caminar, hablar, tragar, respirar y realizar otras funciones básicas.
La tasa anual de incidencia es de 1 a 2 casos nuevos por cada millón de personas.
Se descubre generalmente en la edad media de la vida y afecta más a hombres que a mujeres.
Su causa es desconocida.
Se estima que más de la mitad de las motoneuronas se pierden antes de que comiencen a aparecer síntomas evidentes que pueden incluir:
- Debilidad muscular gradual y atropia en brazos y piernas.
- Fasciculaciones o espasmos visibles en los músculos.
- Dificultad para tragar, hablar y respirar.
- Rigidez muscular, dolores corporales y calambres, especialmente durante la noche.
El diagnóstico se basa en una historia clínica detallada, un examen físico y análisis de laboratorio. Las electromiografías -estudios de conducción nerviosa que evalúan las funciones de nervios y músculos- son las pruebas fundamentales. Además, su médico puede incluir otros análisis de sangre y estudios neurológicos de diagnóstico por imágenes tales como una tomográfía computada o una resonancia magnética del cerebro y la médula espinal.
La enfermedad es, por definición, incurable. Sin embargo, hay caminos que permiten mejorar la calidad de vida de los pacientes:
- Las terapias físicas, ocupacional y del habla pueden contribuir a las funciones diarias.
- Su médico podrá indicarle medicamentos que alivien sus síntomas.
- Ejercicios adecuados ayudan a mantener la movilidad, la fuerza y la energía.
- El uso efectivo de dispositivos de asistencia y ortópedicos como bastón, órtesis o silla de ruedas son de gran utilidad.
La naturaleza de la enfermedad y el hecho de que no exista hasta ahora una cura, la convierten en una enfermedad difícil de manejar. Además de la atención médica, los pacientes necesitan apoyo emocional por parte de su familia, amigos, médicos y las personas que los cuidan.