El ligamento cruzado anterior de la rodilla es uno de los principales ligamentos de esta articulación y se encuentra en su interior. Su principal función es “estabilizar” la rodilla e impedir un movimiento anormal entre fémur y tibia, los que nos permite realizar actividades deportivas y de la vida diaria con sensacion de seguridad y sin molestias.
La lesión más frecuente es la rotura de este ligamento, es decir, el corte total de sus fibras, que se produce principalmente con actividades deportivas que involucren giros, torsiones, saltos o cambios bruscos de dirección, como fútbol, esquí o basquetbol. El 80 por ciento de las lesiones se producen sin el contacto con otra persona, mientras que el 20 por ciento restante se debe a un traumatismo directo sobre la rodilla, como un choque contra otro individuo.
Generalmente se produce un dolor agudo y brusco en la rodilla, muchas veces acompañado de un sonido como que algo que se rompe y la sensación de que la rodilla “se va” o “se sale” de su lugar. En las horas siguientes se agrega una hinchazón importante, producto de la acumulación de sangre dentro de la rodilla y la imposibilidad de doblar por dolor. En los casos de rotura del LCA antiguas no tratadas, se puede sentir sensación de “inestabilidad” o de rodilla “no firme” o que “se va” con actividades deportivas o de la vida diaria.
La recomendación actual en pacientes que tienen una vida activa, especialmente deportiva, es la reconstrucción del LCA mediante una cirugía en que se ocupan tejidos de la propia rodilla (injerto de tendones) a través de túneles óseos (tibia y fémur), con el control de cámaras de video al interior de la rodilla (artroscopía).
Antes de la cirugía y para llegar a ella en las mejores condiciones, así como facilitar la recuperación posterior, se requiere de una rehabilitación supervisada, generalmente por un kinesiólogo, para recuperar y fortalecer la musculatura.
En más del 90 por ciento de los casos, la cirugía brinda buenos resultados y permite la recuperación completa y el retorno deportivo exitoso.
La reconstrucción del LCA con injerto de tendones tiene un periodo de recuperación largo ya que los tejidos tienen que “incorporarse” y madurar para su nueva función, lo que demora alrededor de tres meses. No obstante, la recuperación de la fuerza y de la función global de la rodilla se consigue entre 6 a 8 meses postoperatorios, momento en que se da el alta para retornar a una actividad como el fútbol.
Fuente: Equipo Medicina Deportiva UC.