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Claves para reconocer cuándo asistir a especialista en fertilidad y embarazo

02/03/2022

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Cuando llega la hora de buscar el embarazo, muchas veces éste no se produce. Pasan los meses e inevitablemente la pareja se pregunta, ¿qué nos pasará? Para obtener respuestas a las dudas que puedan surgir y conocer sobre posibles tratamientos, se requiere visitar a un médico de la Unidad de Medicina Reproductiva.

Son distintas las razones que determinan que una pareja consulte a expertos en fertilidad, ya sea porque luego de un tiempo no han podido embarazarse o también porque quieren estar seguros de que su estado de salud es el óptimo para tener un hijo o hija. En este caso, uno de los aspectos que caracteriza al equipo tratante de Medicina Reproductiva es la capacidad de conocer las necesidades específicas de los pacientes y poder crear planes en conjunto para ayudar y lograr el embarazo que tanto desean.

“Es normal tener aprensión en la primera consulta, pues se desconoce cómo será el proceso. Una de las fortalezas de nuestra unidad, es realizar un proceso de diagnóstico acucioso y completo que apunta a la personalización en el tratamiento”, señala la Dra. Angie Vergara, jefa de la Unidad de Medicina Reproductiva UC CHRISTUS.

¿Cuándo consultar al especialista?

En primer lugar, si luego de un año de relaciones sexuales periódicas sin método anticonceptivo el embarazo no llega. Una segunda medida por la que la pareja debiese asistir a una consulta con un especialista en fertilidad es si los períodos menstruales son irregulares. Y como tercer punto, si ella tiene más de 35 años, debe consultar luego de 6 meses de exposición al embarazo.

Se estima que el 15% de las parejas en edad reproductiva tendrán algún problema de fertilidad y 20% aproximadamente tendrán una infertilidad de causa desconocida, las otras parejas podrían presentar:

  • Trastornos de ovulación, asociados muchos de ellos a factores metabólicos como el sobrepeso y la obesidad.
  • Postergación de la maternidad. A más edad, menos óvulos y de menor calidad.
  • Infertilidad de causa masculina que puede ocurrir porque hay pocos espermios, se mueven poco o son morfológicamente anormales.
  • Endometriosis, que es la presencia del tejido que normalmente recubre la cavidad uterina fuera del útero.
  • Alteraciones en las trompas de Falopio.
  • Enfermedades autoinmunes como el lupus o la artritis.
  • Quimioterapia y radioterapia por cáncer.
  • Factores coitales como la disfunción eréctil o el vaginismo.

Importancia del apoyo médico

“Lo primero que hacemos en la Unidad de Medicina Reproductiva es acoger a la pareja, luego realizamos una evaluación integral a través de una entrevista completa para solicitar los exámenes necesarios. Posteriormente, con los resultados, realizamos un planteamiento del diagnóstico y generamos un plan terapéutico”, explica la doctora Vergara.

Durante el proceso, la pareja recibe atención de un equipo conformado por distintos profesionales: ginecobstetras, nutricionista, psicóloga, matronas y otros, según cada caso.  El objetivo es lograr un tratamiento a la medida para llegar al mejor resultado posible.

¿Qué pueden modificar los pacientes previamente?

Además del tratamiento médico, hay estilos de vida poco saludables cuyos efectos sobre la fertilidad pueden ser tanto o más relevantes como, por ejemplo:

  • Tabaco: fumar disminuye la calidad y cantidad de los óvulos o los espermios. También influye en la capacidad de las trompas de Falopio de transportar los óvulos.
  • Uso de drogas: marihuana, cocaína y otras sustancias disminuyen las posibilidades de lograr un embarazo.
  • Sobrepeso y obesidad: la grasa es un órgano endocrino y ejerce efectos sobre la ovulación. Aumenta el estrógeno, lo que produce un efecto anovulatorio y altera los ciclos menstruales.
  • Anorexia o bajo peso: en el otro extremo, la desnutrición lleva a la inhibición de la ovulación. Desaparece la menstruación y aparece la infertilidad.
  • Ejercicio extremo y sedentarismo: ambas condiciones ejercen un efecto sobre la ovulación, dificultando la concepción.
  • Alteración del ciclo sueño-vigilia: no tener un sueño reparador o dormir de día, por ejemplo, impactan en la producción natural de hormonas lo que lleva a cambios en los ciclos espermáticos y ovulatorios.

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