La tarea no es fácil. Este año Chile lidera por primera vez el ranking de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) de los países con mayor obesidad y sobrepeso, superando a México y Estados Unidos.

La obesidad se ha convertido en una de las grandes enfermedades del siglo XXI. Y es que el ritmo agitado de la vida moderna no siempre deja tiempo suficiente para realizar actividad física y comer sano, pilares fundamentales en la lucha contra esta grave enfermedad.

Para poder hacer frente a esta epidemia hay que entender que la obesidad es una enfermedad crónica, como la diabetes e hipertensión, que requiere de un tratamiento eficaz a cargo de un equipo multidisciplinario de especialistas.

“La obesidad es una enfermedad compleja que resulta de la interacción de múltiples factores como malos hábitos alimenticios, sedentarismo, aspectos psicológicos, entorno sociocultural, así como la genética individual, entre otros”, afirma el Dr. Rodrigo Muñoz, PhD, cirujano digestivo y Director del Centro de Tratamiento de la Obesidad Red de Salud UC CHRISTUS.

Cómo prevenirla

En países como el nuestro, con altos índices de sedentarismo y malos hábitos alimentarios, la prevención no es tarea fácil. Sin embargo, intervenciones simples y no costosas pueden entregar grandes beneficios. Una alimentación saludable y la realización de actividad física de forma regular pueden ayudar a perder peso de forma eficiente.  

Principales tratamientos

El pilar fundamental es la incorporación de hábitos saludables, los cuales deben ser prescritos y supervisados por especialistas. “En la actualidad existen diversas alternativas de tratamientos que incorporan a este pilar el uso de fármacos, cirugías bariátricas o tratamientos endoscópicos que no requieren anestesia ni endoscopia. La elección del más adecuado depende de las características de cada paciente y los objetivos fijados junto a su equipo médico”, agrega el médico.  

La obesidad es un problema de Salud Pública y un enorme desafío. “El sobrepeso y la obesidad disminuyen la expectativa de vida, empeoran la calidad de vida y aumentan el riesgo de mortalidad por diversas causas. Adicionalmente, aumentan los costos de la salud de forma directa como indirecta ocupando un porcentaje importante del PIB de nuestro pais. Tenemos que cambiar la manera cómo la enfrentamos. Una vez que la consideremos como lo que es: una enfermedad crónica que requiere tratamiento activo y efectivo, podremos beneficiar a una mayor cantidad de pacientes”, finaliza el especialista.