Para el Dr. Patricio Sandoval, neurólogo y director médico de Clínica San Carlos de Apoquindo, la humanización del cuidado y las humanidades médicas han sido una temática presente en su quehacer. Y cada vez le encuentra mucho más sentido; especialmente el último año, al ver el aislamiento y el sufrimiento de las personas debido al COVID-19.

Para él, la pandemia no ha pasado sin remover sentimientos en su interior, “pero siempre tratando de aportar y de no guardarnos nada. Es lo que transmití al equipo: todo lo que habíamos aprendido y hecho es lo que se estaba convocando a poner sobre la mesa. Es lo que la Red, la Facultad y el país exigía de nosotros: darlo todo. Con mucha convicción y no sin temor". 

Casado y con dos hijas, una familia que define como pequeña, pero unida, que lo ha apoyado durante toda su carrera y que estuvo presente más que nunca en sus pensamientos: “En la pandemia terminé cambiándome de casa, de trabajo, e hice modificaciones significativas buscando un mejor balance entre lo laboral y familiar. Ahora dejé de estar 14 horas al día fuera de la casa, trabajando. Sin la pandemia estaría haciendo lo mismo que antes, todo esto hizo que mirara más a mi familia, pues si bien nunca me reclamaron, mi ausencia tenía un costo en ellas".

Al Dr. Sandoval le gusta aprender e ir más allá de lo que conoce, incluso cuando habla de sus hobbies. Por ello, las áreas humanísticas crecieron desde un pasatiempo a ser tema de papers y conferencias, a lo que se le suma, intrínsicamente, el arte y su rol en la comprensión y sanación de las personas.

Por ello ha seguido toda su vida un camino meticuloso para profundizar más en la neurología y en lo que nos hace -de cierta forma- ser cómo somos. El cerebro captó su atención desde la adolescencia, cuando su hermano mayor, quien estudiaba medicina, le presentó los primeros libros de anatomía. Desde ahí, cuenta que fue especial estudiar la carrera universitaria sabiendo desde el día 1 que lo suyo era la neurología.

¿Cuál es tu pasatiempo favorito?

La historia del arte: estudiar mucho sobre ello, visitar museos y viajar ayudan a comprender mejor la evolución del hombre y su historia. En particular, llevo más de una década estudiando sobre el Renacimiento y profundizando en la figura de Da Vinci como el prototipo del hombre universal. Para él, el conocimiento era uno solo. En su visión, arte, ciencia y filosofía perdían los límites y en la observación acuciosa del hombre y la naturaleza encontraba todas las respuestas. Además, esto que partió como una afición, lo he ido desarrollando como una línea de desarrollo académico, combinando neurología, humanismo e historia del arte.

El interés por el arte también tiene que ver con la práctica médica. La medicina centrada en el paciente es intrínsicamente humanista. Para acercarse mejor al que está sufriendo, tenemos que conocerlo más en el sentido antropológico. Si no conozco bien al hombre y a la enfermedad, tanto en su dimensión biológica como biográfica, malamente lo puedo tratar, corriendo el riesgo de que mi quehacer se transforme en algo mecánico. Del mismo modo, la humanización del cuidado, que se ha visualizado como tan indispensable durante la pandemia, debe inspirarse también en las humanidades médicas.

¿Qué te motiva a estudiar este tema?

La necesidad de conocer mejor al paciente individual y al colectivo.  El arte ayuda a eso, como medio de expresión, en la comunicación de una experiencia trascendente, nos ayuda a conocer mejor al ser humano en su multidimensionalidad.

Lo de Da Vinci me pareció interesante justamente en cómo encarna el epitome de la convergencia y la integración del conocimiento. No sólo porque él tenía muchas habilidades, sino que podía integrarlas todas y hacerlas funcionar como un sistema coherente para comprender la naturaleza humana.

Creo nos falta bastante reflexión sobre lo que hacemos y a veces nos tiende a atrapar la máquina.  En Medicina es indispensable reflexionar un poco más de lo que hacemos y las humanidades médicas nos dan herramientas para ello.

¿Qué es lo que más te fascina del cerebro?

A mí lo que más me cautiva es la complejidad de la estructura y funcionamiento cerebral, porque toda nuestra realidad y mundo interior cabe ahí: todos tus recuerdos, emociones, experiencias, la capacidad para socializar, para imaginar y anticipar. Todo está ahí, en una estructura biológica dinámica y plástica que dista mucho de ser mecánica. En las computadoras, la inteligencia artificial trata de remedar esto, pero la complejidad del cerebro es infinitamente superior. Pensar que en esa pequeña estructura de un kilo y medio radica todo lo que somos y lo que podemos llegar a ser… es increíble.

¿Cuál es tu mayor motivación?

Mi mayor motivación es retribuir a la sociedad lo que he recibido, me siento muy afortunado en mi vida. Conté con papás muy afectuosos, unidos, que me educaron con mucho cariño y fortaleza en lo valórico. Además, siempre me propongo estar a la altura de la confianza de los pacientes. Eso motiva y se cruza con mi trabajo directivo actual que puede parecer muy frío y de escritorio, pero que no me aleja de quienes sufren y de todo lo relacionado con mejorar el acceso a la salud y dar un servicio que se traduzca en una mejor experiencia para pacientes y colaboradores.

¿Cuál es tu mayor triunfo?

Mi familia. Somos una familia pequeña, pero muy unida, tengo una compañera extraordinaria como ha sido mi esposa, quien ha apoyado y ha contribuido a todo lo que he logrado. Justo este año celebramos 25 años juntos. Tengo dos hijas maravillosas… eso me llena de satisfacción.