La infertilidad es una condición que se define como la imposibilidad de una pareja de lograr embarazarse o llevar un embarazo a término luego de 12 meses o más de actividad sexual no protegida por un método anticonceptivo.
El 90% de las parejas sin diagnóstico de infertilidad logran un embarazo luego de un año de exposición. La tasa mensual de embarazo en ellas es de 20% promedio.
La infertilidad es una condición temporal, a diferencia de la esterilidad. Se estima que entre el 10% y el 15% de las parejas sufre de infertilidad alguna vez en su vida. Décadas atrás se hablaba de una incidencia de entre 8% y 10%. Por eso, se habla de una tendencia al aumento que se explica por diversos factores. Entre ellos, el retraso de la maternidad y un mejor y mayor diagnóstico.
Las posibilidades de que un embarazo se presente en parejas saludables, en las que los dos son menores de 30 años y tienen relaciones sexuales con regularidad es solo de 25% mensual.
El punto de máxima fertilidad de una mujer está a comienzos de la década de los 20. En la medida en que la edad avanza la fertilidad va disminuyendo A partir de los 35 años y particularmente después de los 40, la probabilidad de quedar embarazada cae a menos del 10% por mes.
Se estima que una de cada siete parejas tiene problemas para concebir naturalmente. Esta realidad podría variar en las próximas décadas y llegar a cifras de una de cada tres parejas.
Los principales factores que podrían contribuir a este fenómeno son la postergación de la maternidad, el aumento en la prevalencia de las infecciones de trasmisión sexual y el aumento de la obesidad en la población mundial.
En la mitad de los casos, existe una patología femenina que causa la infertilidad. En el 30% la causa es de origen masculino y en el restante 20% no es posible establecer una causa. En promedio, en el 30% de los casos existe una causa en ambos integrantes de la pareja.
Una pareja joven, ambos menores de 30 años, no necesita consultar hasta los 18 e incluso hasta los 24 meses desde que iniciaron la búsqueda del embarazo. Después de los 30, se sugiere consultar a los 12 meses.
También debe consultarse al año si existen antecedentes como menstruaciones irregulares o muy dolorosas, cirugías pélvicas, ovario poliquístico, infecciones peritoneales o endometriosis, en el caso de las mujeres, y criptorquidia, desarrollo puberal anormal, alguna enfermedad genética o exposición a quimioterapia, radioterapia o pesticidas para los hombres.
Cuando se ha tenido dos o más pérdidas consecutivas dentro del primer trimestre de gestación, se recomienda acudir a un especialista en reproducción. Si se trata de una pérdida en el segundo trimestre, debe consultarse de inmediato.
Las causas de la infertilidad abarcan un amplio rango de factores físicos y emocionales.
La infertilidad femenina puede ocurrir por diferentes condiciones. Entre ellas:
Para el diagnóstico de infertilidad, el médico hará una historia completa de la pareja y un examen físico de ambos, que incluye medición de hormonas, ecografías y otros exámenes. Tu ginecólogo le explicará qué pruebas son necesarias para evaluar la condición de los dos.
El diagnóstico y los tratamientos de fertilidad involucran un periodo importante que varía según el caso, pero que requiere ante todo del compromiso y predisposición de la pareja.
Aunque los avances han mejorado las técnicas, finalmente ninguna pueda garantizar que se logrará el embarazo.
En el proceso de diagnóstico, el especialista en fertilidad realizará una historia que en busca de datos o hallazgos relacionados con la infertilidad. De esta historia saldrán los pasos a seguir para el diagnóstico y tratamiento.
En una pareja sin antecedentes se inicia un esquema de pruebas diagnósticas y tratamientos que pueden durar alrededor de un año.
Hay otras enfermedades o condiciones que pueden influir en la infertilidad femenina. Entre ellas:
Es una causa frecuente de infertilidad. Habitualmente es ocasionada por una enfermedad inflamatoria pelviana La mayoría de las mujeres con esta condición no saben que la tienen. La obstrucción impide que el óvulo sea fecundado o que una vez fecundado efectúe su trayecto normal hacia el útero por lo que puede implantarse en la trompa produciendo lo que se conoce como embarazo ectópico.
Es responsable de entre el 5% y el 15% de los casos de infertilidad femenina. Es una patología que se produce cuando el endometrio -tejido que reviste internamente el útero y que se expulsa durante las menstruación- crece fuera de él. Esta implantación anómala afecta por lo general a los ovarios y las trompas de Falopio aunque a veces puede aparecer en otros lugares como la vejiga, el recto y el tabique recto-vaginal. El tejido endometrial va produciendo pequeños quistes que siguen respondiendo al estímulo hormonal tal como si estuvieran en el útero, lo que explica las fuertes molestias que pueden producirse durante el periodo menstrual. La infertilidad asociada a endometriosis se produce cuando la enfermedad distorsiona la anatomía normal y los quistes que crecen alrededor del ovario impiden la liberación del óvulo o se presentan efectos inflamatorios que afectan los gametos.
Alrededor del 33% de los casos de infertilidad se debe a trastornos en la ovulación. La principal causa son las alteraciones en el eje hipotálamo-hipofisiario que es la parte del cerebro encargada de regular este proceso a través de las hormonas luteinizante (LH) y folículo estimulante (FSH). Puede deberse a un daño directo en el hipotálamo o la glándula pituitaria, condiciones médicas que desregulen su funcionamiento como problemas renales o tumores pituitarios, exceso de actividad física o trastornos alimentarios como la anorexia.
Es una alteración endocrina que se produce en las mujeres en edad reproductiva y que constituye una causa frecuente de infertilidad. Su manifestación involucra una serie de aspectos como ciclos anovulatarios, hiperandrogenismo -con aumento de la vellosidad y acné- resistencia a la insulina y sobrepeso. Debido a que los niveles de testosterona se encuentran elevados, el ovario no logra hacer madurar los folículos, los que terminan enquistándose y produciendo un engrosamiento de la pared ovárica. Al no haber ovulación, no se produce progesterona y los niveles de estrógenos permanecen constantes.
Ocurre cuando una mujer experimenta el cese de su función ovárica y menstruaciones antes de los 40 años. Entre las causas que la originan pueden mencionarse la disminución en los niveles de determinados factores de crecimiento en los ovarios, tratamientos de radioterapia o quimioterapia, cirugía ovárica, enfermedades autoinmunes (lupus, diabetes insulino-dependiente, hipotiroidismo y problemas adrenales), el tabaquismo y otros motivos desconocidos hasta ahora.
La prolactina es la hormona encargada de estimular la producción de leche materna. Si en mujeres que no están embarazadas o amamantando se encuentran elevados sus niveles pueden ocurrir alteraciones en la ovulación.
Son tumores benignos que se ubican en las paredes del útero y que pueden bloquear las trompas de Falopio, alterar la forma de la cavidad uterina, interferir en la llegada de los espermios al útero o afectar la implantación embrionaria.
Existen múltiples infecciones que pueden afectar el tracto genital femenino y consecuentemente la fertilidad. Entre los gérmenes más conocidos destacan la Chlamydia trachomatyis, el gonococo y otros gérmenes específicos. en la mujer, la infección comienza en el cuello del útero (cervicitis mucopurulenta) y posteriormente asciende afectando el útero y las trompas de Falopio. Es fundamental el diagnóstico y el tratamiento precoz para prevenir las secuelas de infertilidad, dolor pelviano crónico y embarazo ectópico.
Algunas enfermedades sistémicas como la diabetes, disfunción renal y tiroidea, anorexia nerviosa, alteraciones hepáticas, hemocromatosis y trombosis vascular también pueden afectar la fertilidad de la mujer.