Constituyen un conjunto de alteraciones en el dormir que pueden aparecer desde los primeros días de vida. Entre ellos destacan:
Aumento de la irritabilidad, ansiedad, disminución de la atención, rechazo a irse a la cama o hacerlo bajo rituales que ponen a prueba el aguante de los padres: encender la luz, pedir agua varias veces, alargar el momento de dormirse con cuentos, canciones, entre otras conductas. Este conjunto de consecuencias negativas influye de manera decisiva en la capacidad de aprendizaje y puede ser causa de fracaso escolar.Además, influyen sobre los padres dando lugar a discusiones, cansancio, ansiedad e irritabilidad que suelen causar un círculo vicioso que hace que el problema persista.
Claramente, sí. Los especialistas pueden trabajar con los papás para propiciar que sus hijos adquieran un adecuado patrón de sueño. En casos más complicados se utilizan técnicas psicopedagógicas de reeducación, evitando en la medida de lo posible recurrir a tratamientos farmacológicos.