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Los niños son especialmente susceptibles a las mordeduras de animales por su actitud de acercarse para jugar con ellos.

Durante un viaje esta conducta debe ser mayormente vigilada porque se trata de animales que el niño no conoce y que pueden trasmitir infecciones e incluso enfermedades tan graves como la rabia. Particularmente hay que evitar el contacto directo con animales callejeros.

Si tu hijo es mordido por un perro o cualquier otro animal, debes lavar la lesión inmediatamente con agua y jabón. Si la mordedura es en la cabeza, cara o cuello debes consultar siempre en un centro de salud. También si en la región que visitas existe el riesgo de transmisión de rabia. 

Los niños deben viajar con su calendario de inmunizaciones al día. Eso es una garantía de protección.