El dengue es causado por un virus perteneciente a la familia Flaviviridae. Existen 4 serotipos diferentes que causan enfermedad.
El mosquito hembra Aedes aegypti es el responsable de la transmisión. Este mosquito es de hábito diurno, es decir que pica de día, y habita en zonas urbanas.
El dengue se distribuye generalizadamente en las zonas del trópico, especialmente en el sudeste asiático y en América latina. En América latina, distintas campañas para erradicar el mosquito casi permitieron la total eliminación del virus. Sin embargo, el mosquito fue más persistente y la enfermedad reapareció con grandes epidemias de dengue hemorrágico en Cuba, en 1981, y en Venezuela, en 1990.
Actualmente, la enfermedad se distribuye en todos los países del continente. En Chile, el último caso registrado ocurrió en la Isla de Pascua, en marzo de 2002.
Luego de la picadura del mosquito y de un periodo de incubación de 3 a 14 días aparecen los síntomas: fiebre alta, sobre 39ºC, acompañada de dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, dolor retro-orbitario, náuseas y vómitos.
En el 50% de los casos aparece un exantema o zonas enrojecidas de la piel y petequias, que aparecen como pequeños puntos rojos.
En países donde circula en forma habitual el virus dengue, la enfermedad puede complicarse con la forma más grave conocida como dengue hemorrágico y causar un shock. Esta complicación es rara en personas que no tienen anticuerpos contra el virus.
El diagnóstico se basa en criterios clínicos de duración de la fiebre, dolores musculares y la presencia de exantema. El diagnóstico de dengue hemorrágico se sospecha cuando hay sangrado y una baja en la cantidad del plaquetas, aumento del hematocrito y otras señales como un derrame pleural. En esta complicación, el hemograma está alterado.
La confirmación se hace mediante pruebas serológicas que detectan anticuerpos IgM e IgG los cuales son positivos luego de la primera semana de iniciados los síntomas. Una IgM positiva o el ascenso en al menos 4 veces de los títulos de IgG confirman el diagnóstico.Es posible cultivar el virus o identificarlo en la sangre a partir de pruebas de amplificación génica como PCR. La positividad de estos exámenes confirma el diagnóstico de dengue.
No existe terapia específica para el dengue. En casos de dengue hemorrágico el soporte en Unidades de Cuidado Intensivo es fundamental. La oportuna administración de fluidos es la medida terapéutica más importante.
La única medida de prevención actual es la protección contra la picadura de los mosquitos. Esto consiste en uso de repelentes adecuados, evitar el uso de perfumes, evitar el uso de ropas de colores oscuros.
Los repelentes recomendados son aquellos que contengan DEET (dietiltoluamida) en concentraciones de 30 a 35% y deben aplicarse durante el día en las zonas de la piel no cubiertas por la ropa.
La ropa debe ser impregnada con un repelente que contenga permetrina (antipolillas para ropa y telas) la cual mantiene el efecto por 2 a 3 meses a pesar de 3 a 4 lavados.
Se encuentra en etapa de investigación el uso de una vacuna específica contra los 4 serotipos del virus dengue.