La relación entre trauma y disociación se define como un
mecanismo de defensa, en el que el papel inicialmente adaptativo de la
disociación, es amortiguar el impacto de la experiencia traumática.
Sin embargo, puede convertirse en un proceso desadaptativo que
interfiere seriamente en el funcionamiento normal de la persona e
impacta negativamente en su calidad de vida.
Nuestro trabajo es
dar servicios de capacitación, respuesta y recuperación en
situaciones de trauma individual o colectivo.
Experiencias traumáticas
Las experiencias traumáticas son frecuentes y pueden dejar "cicatrices
emocionales" que generan sufrimiento para la persona, su pareja, su
familia y su entorno. En términos clínicos, uno de los cuadros más
característicos de estas “secuelas emocionales” es el
Trastorno de Estrés Postraumático, caracterizado por recuerdos
involuntarios, repentinos y dolorosos del trauma; malestar y rechazo
de personas, lugares, situaciones y cosas que recuerdan el trauma. A
ello se suma un estado permanente de emociones y pensamientos
negativos y una sensación constante de estar “en guardia” o tenso, lo
que produce insomnio, molestias musculares, irritabilidad y
desconcentración.
Las experiencias traumáticas también pueden ocasionar
depresión, trastorno de pánico, trastorno de ansiedad generalizada,
fobias, abuso de sustancias, trastornos disociativos y trastornos
somatomorfos, estos últimos caracterizados por molestias diversas que
no pueden ser explicadas suficiente y concluyentemente por la
existencia de una enfermedad orgánica.