Es una vía de abordaje a los órganos del tórax mínimamente invasiva. Se realiza bajo anestesia general. Consiste en realizar pequeñas incisiones en la piel a través de las cuales se introduce una cámara de video especial y otros instrumentos. Mediante esta técnica se realizan diversos procedimientos, entre los cuales destacan:
Tratamiento del cáncer pulmonar: lobectomía, estudio de los ganglios del tórax (linfadenectomía).
Resección de tumores de mediastino y otras lesiones benignas: timoma, quistes broncogénicos o pericárdicos.
Al tratarse de una técnica menos invasiva, permite una recuperación más rápida y con menos dolor, pero debemos mencionar que no se puede utilizar en todo los casos, especialmente en tumores muy grandes o cercanos a vasos sanguíneos importantes.
El cáncer pulmonar es uno de los más letales tanto en hombres como en mujeres. En más del 75% de los casos, el diagnóstico ocurre en etapas avanzadas en las que –aún con tratamientos combinados de quimioterapia, radioterapia y cirugía- solo se logra una sobrevida máxima de entre 35% y 38% a cinco años. El diagnóstico temprano en tanto, ofrece una sobrevida de entre 70% y 80% si se hace en etapa I y de entre 50% y 60% en etapa II, en muchos casos solo con tratamiento quirúrgico.
En el caso específico de las etapas tempranas, el primer paso es lograr el diagnóstico a tiempo. Sin embargo, no es tarea fácil ya que los síntomas del cáncer de pulmón solo aparecen en etapas avanzadas. La mayoría de las veces, esta precocidad diagnóstico obedece a un hallazgo mientras se estudiaban otras patologías con escáner o en exámenes de screening en pacientes de alto riesgo.
Por eso, es esencial crear conciencia en la comunidad médica para el reconocimiento de la enfermedad y la derivación a un cirujano torácico ante la aparición de un examen de imágenes que sugiera un cáncer de pulmón.
“En los últimos seis años, nuestro equipo -multidisciplinario y de larga trayectoria- ha operado alrededor de 100 pacientes con cáncer pulmonar en etapas I y II, hombres y mujeres en la misma proporción.”
La gran mayoría tiene entre 40 y 70 años, pero los hay tan jóvenes como 23 años. Aproximadamente 40% tiene más de 70 y el 15% más de 75, incluso uno tenía 85 años al momento de la cirugía.
Dos tercios de nuestros pacientes son o han sido fumadores. No obstante, un número significativo de ellos nunca ha fumado. Más del 90% tiene otras enfermedades crónicas, muchas asociadas al consumo de tabaco. Entre ellas, hipertensión arterial, enfermedad coronaria/infarto y enfisema pulmonar, por ejemplo. Si ellas están bien controladas no representan una contraindicación para una cirugía.
La cirugía consiste en la remoción del o los segmento de tejido pulmonar afectado y de los ganglios linfáticos correspondientes. Cuando los tumores están en etapas iniciales, muchas veces se puede realizar una cirugía mínimamente invasiva.
En pacientes evaluados adecuadamente la mortalidad es menor al 1% y la posibilidad de alguna complicación (mayor o menor) no sobrepasa el 30%. En nuestra serie, solo 8 de los 102 pacientes operados han muerto por cáncer pulmonar y otros 9 tuvieron recaídas.
Si la intervención se realiza en etapa I (Ia y Ib), la sobrevida estimada a cinco años entre 75% y 85%. En etapa II (IIa y IIb), la sobrevida en el mismo periodo fluctúa entre 60% y 70%.
En conclusión, el diagnóstico precoz del cáncer pulmonar permite un tratamiento quirúrgico seguro y con alta tasa de éxito en el control de la enfermedad, aún en pacientes mayores y con patologías asociadas.