La adicción sexual se define como una conducta indefectiblemente compulsiva; tendencia involuntaria, irrefrenable, reiterativa e irreflexiva, dirigida a establecer un tipo de relación sexual estereotipada de la que queda una abrumadora sensación de insatisfacción. La sexualidad forma parte natural del ser humano, pero cuando se convierte en una prioridad que interfiere en la vida diaria, en el trabajo, afecta a las relaciones personales y sociales y, además, causa ansiedad, estrés y arrepentimiento, entonces se convierte en un gran problema.
La "adicción" al sexo invade todas las esferas de la vida de la persona y empieza a ser fuente de displacer en el momento en que el afectado pierde el control de la situación tal como plantea su fantasía, permitiendo que lo aventurado, explorador y divertido de toda relación, se torne reforzador del malestar. Esta manifestación representa una conducta repetitiva que pretende calmar la ansiedad por vía inadecuada, mediante la cual, ipso facto produce más malestar y ansiedad de la que se tenía. Momento en el que produce el rechazo a uno mismo, al constatar que tal conducta no sólo no calma la ansiedad, sino crea una fuente inagotable de problemas.
Normalmente se presentan más casos de hombres que de mujeres. Algunas hipótesis se inclinan hacia una explicación cultural, social y educacional. Mayor facilidad en el acceso a la práctica sexual, más necesidad de cuantificar la sexualidad y creencia en mayor medida que esto es, precisamente, lo que se espera de un hombre.
No existen hasta la fecha datos nacionales disponibles. Sin embargo, algunos de los problemas asociados han sido estimados por el National Council of Sexual Addiction (NCSA) de EEUU: un 40% pierde a su pareja, otro 40% sufre embarazos no deseados, un 72% tiene ideas obsesivas sobre el suicidio, un 17% ha intentado quitarse la vida, un 36% aborta, un 27% tiene problemas laborales y un 68% tiene riesgo de contraer el sida u otras enfermedades de transmisión sexual.
Las personas con este trastorno tienen problemas laborales, familiares, económicos y sociales por su adicción ya que a su comportamiento sexual les obliga a acudir frecuentemente a prostíbulos, comprar artículos pornográficos, llamadas frecuentes a líneas eróticas o a mantener relaciones sexuales con desconocidos incluso sin protección, haciendo que su vida gire en torno al sexo, sin sentir en la mayoría de las veces ningún tipo de placer sino sentimientos de culpa y sufrimiento. No puede describirse a través de un sólo comportamiento, ya que puede disfrazarse como una o varias de estas formas: masturbación compulsiva, relaciones con múltiples parejas heterosexuales u homosexuales, encuentros con personas desconocidas, uso de pornografía, prostitución o líneas eróticas.
Otra de las características de esta dependencia es que incluso, a veces, no todo es sexo, puede alternarse con periodos de diversa duración sin conductas sexuales problemáticas.
El comportamiento sexual compulsivo se gesta, en la mayoría de los casos, en la mente, donde las fantasías sexuales, los sueños y los pensamientos eróticos se convierten en la válvula de escape de los problemas laborales, las relaciones rotas, la baja autoestima, la insatisfacción personal u otros conflictos de la historia de vida.
La "agenda oculta" o "doble vida" suelen ser características de un comportamiento adictivo. Entonces cuando empiezan las mentiras, las que se cuentan a sí mismos con el fin de auto convencerse de que todo está bajo control: («Ésta es la última vez»), y las que cuentan a los demás, para ocultar sus conductas. Las personas adictas al sexo desarrollan variadas estrategias para engañar a terceros y en particular a sus parejas. Su problema les avergüenza porque se dan cuenta de que no pueden frenar sus impulsos y esto produce altos sentimientos de impotencia y sufrimiento.
El mejor factor pronóstico es acudir a una consulta. Independientemente de cuál sea la causa, tratar la adicción al sexo es posible. Los especialistas buscan con la psicoterapia los posibles desencadenantes de la dependencia y con las técnicas cognitivas-conductuales, controlar la conducta sexual del paciente.
El enfoque de tratamiento actual, prioriza la atención psicológica y farmacológica, en función de la duración, intensidad y grado de distorsión de la realidad que propinan los síntomas. El manejo de este trastorno es complejo y requiere manutención a largo plazo, como otras adicciones. Para ello, se reúnen las estrategias psicoterapéuticas, especialmente la terapia individual y otras intervenciones multiprofesionales.
La meta terapéutica incluye abstinencia de conductas compulsivas; evitación de recaídas y desarrollo de conductas adaptativas dirigidas a la salud individual y familiar. La compulsión sexual como la adicción a psicotrópicos, no es curable en términos de la erradicación de la causa y recuperación ad integrum, y las recaídas se consideran parte de la historia natural del trastorno. Su prevención, requiere de pronto aprendizaje en identificar la circunstancialidad que la desencadena para desarrollar la estrategia evitativa o eliminatoria.