El sedentarismo en niños, niñas y adolescentes (NNA) es un estilo de vida que ha avanzado de forma silenciosa promovido por el uso de pantallas, la disminución de los espacios habitables por familia, la poca seguridad en los barrios y el ritmo acelerado de padres que deben estar al pendiente de sus trabajos.

La poca actividad física sumada a una mala alimentación ha provocado que la obesidad en la edad pediátrica aumente de manera preocupante. Esta enfermedad no solo es un problema de peso o aspecto físico, sino que afecta múltiples sistemas (cardiovascular, gastrointestinal, endocrinológico, musculoesquelético, pulmonar) y áreas del desarrollo como la autoestima y el rendimiento escolar. “La obesidad produce una inflamación crónica de bajo grado y, en la parte cardiovascular, podría generar hipertrofia del ventrículo izquierdo, hipertensión arterial, alteraciones del colesterol”, señaló el Dr. Paulo Valderrama, cardiólogo pediatra de UC CHRISTUS.

Si bien es poco probable que las consecuencias cardiovasculares secundarias a la obesidad, el sedentarismo y la inactividad física las podamos ver o medir en la etapa pediátrica, los problemas a causa de esto siguen prematuros a comparación de generaciones anteriores. “Comenzamos más precoz e intensamente en comparación con nuestros padres y abuelos a tener enfermedades cardiovasculares en nuestros niños, y por lo tanto la probabilidad de tener accidente cerebrovascular o un infarto en la etapa adulta aumenta y se adelanta”, comentó el  Dr. Guillermo Larios , cardiólogo pediatra de UC CHRISTUS.  

La pandemia y el confinamiento provocaron que los NNA tuvieran baja interacción social, mayor frustración por el aislamiento, irritabilidad, lo que sumados a una baja actividad física continuaran que la “depreobesidad” quirúrgica como término para explicar esta combinación de síntomas.

La obesidad, el sedentarismo y la inactividad física no solo genera un riesgo físico, sino que también psicológico, en especial en NNA. Factores como sentirse diferentes al resto o imposibilitado de realizar algún ejercicio por sus condiciones, genera inseguridades que, combinado con otras emociones negativas, pueden gatillar a la depreobesidad. “La poca actividad física genera debilidad muscular y esto arrastra a que cuando el niño empieza a hacer ejercicio físico o cuando va a los parques a correr, no está acostumbrado, se siente más torpe, el llamado analfabetismo físico”, indica el Dr. Paulo Valderrama.

Es por esto, que para que los NNA comiencen a tener confianza en sus físicos, es importante que la preparación comience de forma paulatina, incentivando juegos o actividades en el hogar y/o en grupos y que aumenten progresivamente, dependiendo de la evolución. Estos ejercicios acompañados de una alimentación saludable, 8 horas de sueño, evitar que los NNA sean fumadores activos o pasivos, ayuden a que las condiciones cardiovasculares sean favorables a futuro.

De hecho, pensar a largo plazo puede ser sumamente mejorado para evitar el sedentarismo y la obesidad en los niños, por esto se recomienda que los hábitos de los padres cambien antes de concebir. “La idea es que la madre y la familia comiencen a incorporar una rutina de ejercicios antes de la concepción. Además, se ha visto que, si la madre realiza actividad física y mantiene una alimentación saludable durante el embarazo, los problemas con relación a la obesidad e hipertensión en el niño disminuyen”, agregó el Dr. Guillermo Larios.

La importancia de la alimentación saludable y actividad física es fundamental para prevenir que la obesidad y el sedentarismo se sumen como factores de riesgo cardiovascular, es por esto, que en el desarrollo de NNA estas costumbres deben ocupar un espacio privilegiado en la vida diaria de sus familias.