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El poder de la lectura en la infancia

30/04/2019

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Cuando los padres leen un cuento a sus hijos abren la posibilidad de conversar cosas nuevas y gratas, distintas a los deberes y rutinas de cada día. Además, leer permite a los niños desarrollar su concentración, imaginación, lenguaje y capacidad de expresión.

Cada 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro. La doctora Rosario Moore, pediatra de Red Salud UC CHRISTUS, explica que está demostrado que, desde los seis meses de vida, leerle a los niños les ayuda a desarrollar el lenguaje, convirtiéndose en una ventana del desarrollo cognitivo. Este se puede evaluar a través de la forma de hablar del niño: cómo usa las palabras y los verbos, cuál es la longitud de sus frases y la variedad de su vocabulario. “Leer estimula la capacidad de expresión debido a la diversidad de vocablos que escucha. Gracias a los libros aprende a asociar los objetos que está viendo con sus respectivos nombres”, explica la profesional.


Un puente entre padres e hijos


La lectura es un componente muy importante del aprendizaje infantil, que además contribuye a desarrollar la concentración, ya que exige que el niño se mantenga sentado o al menos quieto por unos minutos y fije su atención en un artículo pequeño, en el que las páginas y las imágenes no cambian con la rapidez con que lo hacen en la televisión, por ejemplo.


Para los papás el libro es un instrumento muy útil, ya que les ayuda a hablar de cosas diferentes a las cotidianas, como la comida, la ropa o las tareas. A juicio de la doctora Moore, es una herramienta que hay que aprovechar porque, “activa nuestra imaginación. Uno ve los dibujos y se vienen frases a la cabeza. Mientras más completo es el vocabulario de los padres, más rico será el de los niños. Por eso, es muy bueno que los papás también lean, no solo para dar el ejemplo y para que sus hijos los vean con un libro en las manos, sino porque también los motiva a perfeccionarse y ampliar su mundo”, explica.


Más aún, los libros y sus contenidos los ayudan a socializar y a empatizar con sus pares. “Aprenden a respetar turnos, a escuchar y a que los escuchen, a cultivar una relación de igual a igual, donde cada uno participa y tiene su propia voz”, agrega la especialista.


El hábito de la lectura se inculca con una rutina diaria, es decir, mediante el ejercicio de leer todas las tardes o antes de irse a dormir. Para la doctora Moore, el ideal es integrar esta costumbre dentro de los espacios de ocio. “La lectura es parte de la interacción de un padre o de una madre con su hijo. En los países desarrollados usan mucho el libro como juego, y todos los días les leen un cuento a los niños; a los más chicos uno breve, a los más grandes uno más largo. Incluso, cuando aprenden a leer, se comparten los roles y leen un poco ellos y un poco los adultos”, agrega la profesional.


Lo recomendable es ir cambiando de libro día tras día y no repetir el mismo cada vez. “Cuando uno les gusta mucho, se les puede proponer hojear un rato ese y también leer otro", dice la especialista subrayando que, "es bueno que la lectura sea más variada porque, de lo contrario, el vocabulario va a estar limitado al contenido de ese único ejemplar”, puntualiza.


Asimismo, es recomendable que a medida que los padres le vayan leyendo, le hagan preguntas simples a su hijo sobre el contenido del libro, de manera que él también logre expresarse y no solo escuche al adulto.

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