El verdadero desafío: no solo se trata de dormir más, sino dormir mejor
Rutinas estables y hábitos sostenibles son claves para recuperar un sueño verdaderamente reparador.
Dormir bien se ha vuelto un desafío cotidiano. Entre los síntomas más frecuentes destacan despertar agotados, dormir menos horas de las necesarias, tener dificultad para conciliar el sueño y presentar interrupciones repetidas durante la noche.
Para la Dra. Carolina Aguirre, Directora del Centro del Sueño de UC CHRISTUS, comprender cómo dormimos implica considerar dos aspectos fundamentales: la cantidad y la calidad del descanso. “Para que el sueño sea bueno en cantidad, un adulto debe dormir entre siete y ocho horas; y para que sea de buena calidad, tiene que ser continuo y lo suficientemente profundo”, explica. La especialista agrega que existen diferencias individuales —los llamados dormidores largos o cortos—, pero aclara que estos últimos son excepcionales. “La mayoría de quienes dicen funcionar bien durmiendo poco, en realidad viven con una deuda de sueño crónica”, advierte.
A nivel global, la tendencia ha cambiado desde dormir más hacia dormir mejor. Instituciones como la Facultad de Medicina de Harvard recomiendan hábitos sencillos de higiene del sueño, como mantener la habitación fresca y oscura, cenar liviano al menos tres horas antes de acostarse y evitar el alcohol y las pantallas durante la noche. Dormir bien no solo restaura energía: activa procesos antiinflamatorios, mecanismos de recuperación neuronal, disminución de la presión arterial y limpieza cerebral.
La sincronización del sueño con el reloj biológico también se ha vuelto clave. Esta práctica, conocida como sleep syncing, propone alinear los horarios de descanso con los ritmos circadianos naturales del cuerpo. “Este reloj necesita señales externas para sincronizarse con el día y la noche. Levantarse todos los días a la misma hora, y recibir luz temprano, ayuda a que el cuerpo entienda que el día comenzó”, explica la Dra. Aguirre. Añade que las personas que cuidan su sueño suelen mantener rutinas estables tanto en horarios como en actividades diarias. “Avanzan en su día de forma previsible, lo que mantiene su reloj interno siempre sincronizado”, señala.
Dentro de las recomendaciones más efectivas se encuentran acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana, para reforzar el ritmo natural del cuerpo. También pueden ayudar técnicas como la respiración diafragmática o la box breathing, que combinan respiración profunda y pausada para inducir calma y preparar al organismo para dormir.
El uso de suplementos vinculados al sueño se ha masificado en los últimos años, especialmente la melatonina. Sin embargo, su uso debe ser preciso. “La gente toma dosis inadecuadas en momentos inadecuados, porque la gracia de usar melatonina es que apoye la producción propia”, advierte la Dra. Aguirre, quien enfatiza que ningún suplemento reemplaza los hábitos, la regularidad y el entendimiento del propio reloj biológico.
Dormir bien no siempre significa dormir más. Significa permitir que el cuerpo recupere, repare y renueve todo lo que necesita para enfrentar el día. Entender sus mecanismos y crear rutinas sostenibles es, finalmente, un acto profundo de autocuidado.













