Rescate

Volver a la cancha después de una lesión

25/11/2019

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A pesar de haberse retirado del fútbol profesional en 2000, el ex capitán de Universidad Católica sigue siendo un aficionado a este deporte. Fue en 2014 cuando -a su historial de lesiones como jugador- se sumó la rotura del tendón de Aquiles izquierdo, la zona más fuerte del cuerpo, pero la que se rompe con mayor frecuencia.

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Vestido con buzo y con el escudo cruzado en el pecho, Mario Lepe –de 54 años– domina con facilidad la pelota en una de las canchas del Club Deportivo Universidad Católica. El talento sigue intacto y es como si nunca hubiese sido operado por la rotura del tendón de Aquiles. “Estaba jugando un partido de una liga y quise salir a recibir un pase. Ahí sentí algo en la parte posterior de la pierna izquierda. Miré para atrás, porque fue como si alguien me hubiese pegado un piedrazo, ¡y realmente pensé que eso había sido! Inmediatamente me di cuenta que me había roto el tendón de Aquiles. Quedé inmóvil”, recuerda Lepe, quien también fue Director Técnico de “La Franja”.

El doctor Andrés Villa, traumatólogo especialista en tobillo y pie de UC CHRISTUS, fue quien examinó y operó al ex futbolista: “llegó bastante asustado, porque ha sido un deportista de alta competencia toda la vida y quería volver rápidamente a su rutina normal”, recuerda el profesional.

En ese contexto, él y su equipo escogieron una cirugía percutánea, la que permite hacer incisiones muy pequeñas y acelerar el proceso de recuperación: “prácticamente, al día siguiente de operado, el paciente comienza con una terapia kinésica intensiva. Luego de dos o tres semanas puede cargar el pie y seguir estimulando la fuerza, la movilidad del tobillo y la recuperación del tendón”.

Esta cirugía solía tratarse con una incisión de cinco a ocho centímetros y a pesar de tener menor riesgo de re rotura, se abrían muchas heridas. “Ahora hacemos una incisión de tres centímetros para ahorrarnos el problema de reapertura de la herida y pasamos, en forma percutánea, las suturas y las pinzas que necesitamos. Así, unimos el tendón lejos del lugar donde estaba roto. De ese modo, conservamos todos los factores que estimulan para que cicatrice. Las stem cells –o células madre- ya están naturalmente en el sitio de la lesión, entonces al operar lejos de esta área, mantenemos esas células en el lugar para que la recuperación sea más rápida”, explica Villa.

A medida que pasa el tiempo, el tendón de Aquiles se va desgastando debido a las intensas fuerzas que recibe a diario. Entonces, mientras más años pasen, más débil estará el tendón, corriendo el riesgo de que “frente a estímulos que no son tan intensos, pueda romperse”, detalla.

Mario Lepe nunca vio esta lesión como invalidante, porque “confío mucho en las buenas recuperaciones y confío mucho en mí, de que estaré bien. De hecho, después de eso, hice triatlón mucho tiempo y no me afectó en nada. Actualmente, juego fútbol esporádicamente y no está en mi mente la rotura del tendón”, concluye.

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