Rescate

Dr. Rodrigo de Marinis, traumatólogo: “En los operativos lo fundamental es tener la disposición de ayudar al paciente en lo técnico y lo humano"

19/08/2021

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“Para mí la medicina es ciencia y es arte, y es un regalo que te permite aprender mucho de los pacientes y finalmente a través de ellos, de la vida misma”.

El Dr. Rodrigo De Marinis tiene el ímpetu, la pasión y la entrega por la medicina que heredó de sus padres, ambos médicos.  Aunque en algún momento tuvo la intención de ser basquetbolista, el gen de la vocación social, y la búsqueda por ayudar a los demás y ser un facilitador del contacto humano fue más importante. Ese entusiasmo lo traspasa a todo lo que hace, a sus pasatiempos, a su familia y sus afectos.  

“Estudié en el colegio San Ignacio de El Bosque y jugaba básquetbol desde muy chico, esa fue mi actividad más fuerte extraprogramática. Jugaba como federado por el club deportivo de la Universidad de Chile. Entonces entrenaba en la semana y jugaba los sábados en la mañana por el colegio y en la tarde por la U. Con mi hermano, que ahora es abogado -que también jugaba basquetbol- ganamos un Campeonato Nacional Escolar jugando por el mismo equipo, aunque él es dos años mayor", cuenta.

¿Y nunca pensaste ser deportista?

Si igual. Pero alcancé a darme cuenta al final de la enseñanza media que, si bien mido 1,80, que está bien para Chile, en el extranjero no significa nada. Entonces vi que mi talento no iba por ahí. Dejé la U un poco antes de salir de 4to medio para concentrarme en la PSU y poder entrar por cupo normal, no deportivo.

¿Cuándo te nació está vocación de querer ser médico?

Mi colegio siempre tuvo esa vocación social y siempre tuve la inquietud de hacer algo en lo que yo sintiera que podía ayudar a los demás, que mi rol facilitador fuera bien claro. Y fue por eso, por el contacto humano y porque me interesaba el área científico-biológica. Como mis dos papás son médicos, mi papá es neurólogo, super académico y mi mamá siquiatra, muy clínica. Son muy distintos en su forma de ver la profesión. Entonces esa noción que es una carrera muy plástica, y que a los dos yo los veía muy apasionados en lo que hacían y con una dedicación a sus pacientes super grande. Esa forma en la que ellos viven su carrera me marcó como niño y probablemente me llevó a pensar que la medicina es una carrera en la que la que podía desplegarme, ser feliz y sentir que podía cumplir objetivos. Para mí la medicina es ciencia y es arte, y es un regalo que te permite aprender mucho de los pacientes y finalmente a través de ellos, de la vida misma.

Estudié medicina en la U. de Chile porque venía de un colegio católico y quería vivir un lugar distinto, más diverso y con otras realidades. Creo que fue un muy buen combo haber hecho la carrera en la Chile y después la beca en la U. Católica. Luego hice postítulo en Cirugía de Hombro y Codo en Clínica Alemana de Santiago - Universidad del Desarrollo.

 ¿Crees que tus papás te lograron transmitir la pasión por la medicina?

Si, yo creo que sí. Tengo un compromiso super importante con el Hospital Sótero del Río, de hecho, me gusta mucho trabajar en el servicio público. Para mi sigue siendo central esa dedicación por los pacientes y esas ganas de aportar, de hacer una diferencia. En el Sótero uno tiene que resolver lo más que pueda, desde la urgencia. Y ahí uno puede poner en práctica una buena formación en un paciente que llega a tus manos en un mal momento, que tú lo puedes efectivamente ayudar y acompañar. Creo que hace mucha falta la medicina centrada en el paciente en el ámbito público y en el privado, pero sin duda en el público se resiente más. Para mi es super importante esta Red que está en todos lados y que te da la oportunidad de ver distintas realidades.

¿Como despliegas tu vocación de servicio en los operativos de salud que está realizando la Red?

Encuentro estupendo lo que está haciendo la Red, van en un camino súper. No se trata de una competencia entre lo público y lo privado, sino que para los tiempos en los que estamos, debería haber más puentes de buena fe. Es la clave para todos los problemas que tenemos actualmente.

Aunque son iniciales por ahora, van a ir dando frutos en la medida que sean más periódicos. Desde la traumatología, esperamos que más adelante puedan incluir resolver algunas patologías quirúrgicas simples, como por ejemplo, el túnel carpiano, porque hay mucha gente en espera. Pero independiente que en ese momento no se pueda resolver eso, lo fundamental es tener la disposición de ayudar al paciente en lo técnico y lo humano, escucharlo. Son personas que tienen poco acceso a una medicina de calidad centrada en el paciente, que se ajuste a sus necesidades. Por ejemplo, yo a muchos de los pacientes les dejé mi correo por si tenían alguna duda, para que me contacten. De hecho, la hija de una paciente me mando un correo de agradecimiento porque su mamá no había llevado los exámenes a la consulta y yo le pedí el teléfono de ella para que me diera la clave y me metí a la página y pude ver sus exámenes.

¿Cuál ha sido tu mayor desafío en este tiempo en la pandemia?

Acompañar a los pacientes que han visto postergado su tratamiento. A nosotros no nos tocó estar en la UCI, ni hacer el triple ni cuádruple turno, como a otros médicos. Yo manejaba una lista de espera en el Sótero de 40 pacientes con tiempos de espera de 6 meses, que bajamos a puro pulso y con buen trabajo en equipo. Ahora es de 120 y tenemos tiempos de espera de 2 años. Entonces la desesperanza de esos pacientes semana tras semana, licencia tras licencia es tremenda. Imagínate lo que es tener un año de licencia y decirle al paciente: no se si te puedo operar dentro del próximo año, espero que no lleguemos los dos años. Eso ha sido súper dramático y difícil de sobrellevar. Te afecta y obvio que uno no se lo lleva para la casa, pero es pesado, es duro. Sin embargo, a veces el mundo no se acaba porque el paciente no se operó el hombro, y lo que él necesita es que uno esté ahí, que uno se aparezca y no se acobarde con la situación.

¿Cómo lo haces en este escenario para darle ánimo y acompañar al paciente?

No es fácil. Es una mezcla entre dar esperanza y confrontarlos con la realidad. Uno tiene que darles la información lo más veraz y balanceada respecto a lo que tienen y su pronóstico. También que el paciente sienta que te la estas jugando por resolver su caso lo pronto más posible. He tenido pacientes que han tenido situaciones particulares o familiares y los he priorizado. Pero lo más importante es hacerlos sentir lo más acompañados posible, darles el espacio para que si quieren llorar, lloren, para que dejen fluir sus emociones. Si quieren decirte algo, que te lo digan. Es como esa famosa frase: curar a veces, aliviar frecuentemente y acompañar siempre. Creo que esa máxima en la medicina siempre hay que tenerla muy presente.

En otros temas, ¿tienes algún pasatiempo pasatiempo favorito?

En este tiempo he estado metido en el tema de la bici enduro. La semana pasada me terminé de comprar un equipo, porque empecé a ir más seguido al cerro. Como fui doctor del club de andinismo del San Ignacio antes de la pandemia, me estaba metiendo al mundo de los cerros. Y un amigo me invitó a hacer bici y estoy super motivado.

¿Qué actividades les gusta hacer en familia?

Tengo una hija de 4 años previa a mi matrimonio y ahora con mi señora un hijo de 6 meses. Se ha visto bien mermada la actividad con la pandemia, pero nos gusta es salir, ir a la playa, subir algún cerro, ir a un parque, nos gusta mucho el contacto con la naturaleza. Con mi señora el panorama siempre es salir a comer y yo soy bien aficionado al asado. Tengo mi parrilla como de cinco quemadores y me gusta compartir con mis amigos.

¿Cómo sería un día perfecto para ti?

Un día perfecto de semana sería un día en que opere con mi equipo, ojalá salir temprano y después ir a mi casa. Incluiría almorzar con mi familia, después salir con ellos al parque y en la tarde ir a subir el cerro en bici. Y cerrar en la noche comer afuera. En verdad no necesito fin de semana con ese día.

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