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Conociendo a: Dra. Inés Cerón, infectóloga

13/10/2022

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La Pandemia la hizo estar en la primera línea de combate del COVID-19, una experiencia llena de altos y bajos, pero que sin duda la ha ayudado a seguir creciendo profesional y personalmente.

Oriunda de la ciudad de La Serena, la doctora Inés Cerón, está casada hace 15 años, su compañero de vida también es médico, se conocieron mientras hacían sus becas de medicina interna en el Hospital del Salvador, institución que se convirtió en algo relevante en sus vidas, es más, decidieron casarse en la iglesia del hospital, considerada un Monumento Nacional. Su familia está compuesta por tres hijos, Rosario de 14 años, Mateo de 12 y Pilar de 7, y juntos siguen construyendo una hermosa historia de vida.

Nos cuenta que la decisión de dedicarse a la medicina surge en la adolescencia, más específicamente cuando cursaba el Cuarto Año de Educación Media y hasta el día de hoy, es una convencida que el camino elegido ha sido el correcto. Vivió en La Serena hasta que comenzó sus estudios de Medicina en la UC. Durante su infancia estuvo acompañada de sus padres y hermanas, destacando la relación muy cercana que tiene con ellas hasta el día de hoy, “mi mamá siempre nos decía que la mejor amiga era una hermana y así ha sido. Dos de ellas viven en Santiago, (la menor vive en Nueva York), y hasta el día de hoy nos apoyamos mucho y estamos muy presentes las unas de las otras”.

A la hora de preguntarle por qué decidió tomar el camino de la infectología, la doctora nos cuenta que, “me parece que esta especialidad permite que uno se mantenga como un médico con una visión más global de la problemática del paciente, evitando el riesgo de fragmentar en exceso la resolución de las patologías del paciente. Por otra parte, desde que existe registro, las enfermedades infecciosas han estado presentes en la historia de la humanidad, con la emergencia permanente de nuevas infecciones que de una y otra manera han marcado la historia”.

La doctora se define como alguien con una personalidad bastante fuerte, aunque destaca que “nunca será el alma de la fiesta”, no se deja amilanar fácilmente, responde bien a la presión y lo ha demostrado en su rol durante la pandemia, “me tocó liderar, en relación con la planificación de la institución para hacer frente a la pandemia, tengo esa capacidad, lo que sin duda ha sido un rasgo muy favorable en mi desarrollo profesional y en mi vida familiar”, destaca.

El tenis, una pasión de vida

La doctora nos cuenta que su infancia estuvo marcada por una linda relación con su abuela, a quien considera una figura muy importante en su niñez. Su madre siempre fue trabajólica, por lo que su abuela era quien la iba a buscar al colegio, la ayudaba con las tareas, salía a jugar a la plaza, y fue quien la introdujo en el mundo del tenis a muy temprana edad, desde los once años aproximadamente.

“Me gusta mucho jugar porque me permite liberar tensiones y relacionarme con muchas personas muy alejadas del mundo médico, lo cual siempre es un agrado para ampliar el horizonte.”

Los viajes, que pudieron "cambiarle el rumbo"

Nunca ha puesto en duda que su profesión ha sido el camino correcto, pero también nos cuenta qué hubiera sido de no haber elegido la medicina. “Considerando que me gusta viajar, me habría gustado ser periodista del tipo corresponsal que implicara viajar por muchos países o derechamente dedicada a periodista de destinos turísticos.”

Los viajes pudieron ser claves en haber cambiado su rumbo como doctora, aunque su decisión fue la medicina, la pasión por viajar sigue intacta y es ella quien se encarga de dejarlo bien claro. “Nos gusta mucho viajar en familia. Somos de viajes “aventureros largos” en auto, con múltiples paradas, en el verano recorrimos la Carretera Austral. Hace poco recorrimos la costa este de USA (desde Miami hasta Nueva York). Llevamos bastantes km acumulados en el año”.

Cambiar el mundo, para cambiar la humanidad

La doctora no se confunde al momento de decirnos qué cambiaría en el mundo si de ella dependiera. “Sin duda que me gustaría trabajar porque todos tuviéramos las mismas oportunidades. Que no existieran diferencias dependiendo del lugar de nacimiento de las personas y llevando esto al plano de la medicina, que todas las personas tuviéramos el mismo acceso a una salud de calidad”.

Vivimos tiempos muy intensos durante la pandemia, y aunque fueron momentos difíciles, su profesión de infectóloga y su rol como Presidenta del Comité de Prevención y Control de Infecciones Asociadas a la Atención de Salud (CPC-IAAS) del Hospital Clínico, fueron claves para enfrentar esta situación.

“La pandemia del COVID ha sido un gran desafío para nosotros los infectólogos. Y en mi rol de encargada de control de infecciones del Hospital y de las áreas ambulatorias, el haber podido contribuir con un granito de arena en el enfrentamiento de la pandemia me llena de satisfacción”.

Momentos complejos en lo personal y profesional

Estar disponible siempre para apoyar en las labores médicas, lograr el equilibrio entre la vida profesional y persona, además de enfrentar situaciones extremas con los pacientes, han sido parte de los momentos difíciles que la doctora le ha tocado vivir en su vida.

“Una de las cosas más complejas es lograr el equilibrio entre la dedicación a la profesión y la vida personal y familiar. Es una carrera exigente, que demanda bastante tiempo y, por ende, si uno desea estar presente en la vida familiar, hay que ser muy organizada para poder dedicar el tiempo necesario a todo y a todos”.

“Creo que lo más duro es enfrentarse a pacientes o familiares con un diagnóstico terminal. Uno nunca está lo suficientemente preparado para afrontar esa conversación, ese acompañamiento”.

Para finalizar, la doctora envía un mensaje a quienes deseen seguir sus pasos y dedicarse a la medicina: “Es una carrera exigente, que demanda dedicación y tiempo, es también una carrera muy satisfactoria en todo el sentido de la palabra, lo que compensa todas las exigencias que pudiera generar y que, dependiendo de las preferencias de cada uno, permite optar a un abanico de posibilidades de desarrollo distintos, siempre teniendo presente como objetivo final el bienestar de los pacientes, lo cual insisto, es muy gratificante. Luego de 22 años de recibida, puede decir con plena confianza que nunca me he arrepentido de haber elegido este camino”.

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