Rescate

“Uno carga con la sensación de que el impacto real de la pandemia lo veremos por muchos años más"

22/07/2021

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La discapacidad auditiva es un tema que le toca de cerca, pues vivirlo en su familia la motivó a especializarse como otorrinolaringóloga y ofrecer ayuda a quienes atraviesan una patología similar.

​La doctora Bárbara Huidobro, otorrinolaringóloga de Red de Salud UC CHRISTUS y especialista en enfermedades del oído y pérdida de la audición, teme al impacto que dejará la pandemia por mucho tiempo más entre sus pacientes. Y es que no es necesario haberse contagiado de COVID para verse afectado por el contexto: observa cómo se han tenido que posponer cirugías, tratamientos o procesos de rehabilitación en personas con distintos grados de discapacidad auditiva.

“Especialmente en los niños el tiempo es oro porque en sus primeros años existe la plasticidad cerebral para desarrollar el lenguaje. Así que se ha perdido tiempo por culpa del coronavirus. Para nosotros ha sido súper difícil dar la cara ante los pacientes y decirles que su cirugía se ha tenido que posponer. Uno carga con la sensación de que el impacto real de la pandemia lo veremos por muchos años más", explica.

Para la Dra. Huidobro ser médico y otorrinolaringóloga es algo que no se ha cuestionado en su vida. Desde chica, le apasionaba la ciencia y ayudar a las personas. Pero, además, su especialidad es un tema que le toca de cerca: su hermano menor sufrió de pérdida de audición de niño. Advierte que esta experiencia no la hace “ni mejor ni peor" en su profesión, pero sí desarrolló sensibilidad al vivir en su familia lo que significa tener entre sus miembros a una persona con discapacidad auditiva.

“Nosotros vivimos en Australia cuando éramos chicos y allá estaba todo mucho más avanzado en cuanto al tratamiento ​​de la hipoacusia. Eso en Chile no era tan así. El haber visto los beneficios de contar con el mejor tratamiento en su momento y pensar que uno podía aportar a otras familias que no tenían acceso a eso en nuestro país, me motivó", cuenta.

¿Y esto ha cambiado?

En Chile, desde hace algunos años, hay garantías para pacientes con pérdida de audición (GES y Ricarte Soto). Es importante que los pacientes reciban la información de todos los accesos y coberturas que tienen, independiente de su previsión. La verdad es que se trata de una patología con muy buena cobertura en salud. De hecho, nuestra Red es centro de derivación GES y Ley Ricarte Soto para hipoacusia e implante coclear. Además, hoy en Chile existe una mayor sensibilización y compromiso con la inclusión. Eso es algo en lo que todos tenemos que seguir trabajando.

¿Cómo es el acercamiento a personas con discapacidad auditiva?

Lo que hacemos como otorrinos no tiene ningún sentido en forma aislada, el manejo es absolutamente transdisciplinario. Mi labor está entrelazada con el trabajo de tecnólogos médicos, fonoaudiólogos, terapeuta ocupacional, etc. Es un trabajo en equipo. Cuando a una familia que se le hace el diagnóstico de pérdida de audición hay un proceso de duelo; el estilo de vida gira en torno a esto y con distintos profesionales dedicados al tema. Es muy importante que estemos todos alineados. 

Yo siempre le pido a los pacientes que involucren a sus familias o cercanos en el proceso. Es fundamental adaptar el tratamiento al contexto de cada persona, a sus posibilidades y a sus creencias en la medida que se pueda. Creo que el compromiso del paciente y de sus familiares o cercanos en entender la enfermedad, el por qué y la importancia de los tratamientos hace que la adherencia sea mejor.

¿Cómo fue vivir la pandemia para el equipo de otorrinolaringología?

Somos una especialidad en la que, por un lado, teníamos mucho riesgo de contagio porque trabajamos examinando la vía aérea, y por otro no teníamos un rol inicial muy importante en evaluar a pacientes con COVID. Sin embargo, fue muy bonito ver que en nuestro grupo rápidamente nos organizamos e hicimos un sistema de fondo común para que los otorrinos con algún riesgo por enfermedad o edad trabajaran en sus casas. Nos separamos en un par de grupos y buscamos alguna forma de seguir atendiendo y manteniendo nuestra disponibilidad para los pacientes. 

Además, los que se quedaron en la casa ayudaron contactando a quienes necesitaban hacerse PCR, dando noticias a familiares de pacientes que estaban en la UCI, etc. En fin, se generaron varios sistemas de apoyo remoto. 

Después tuvimos un momento muy difícil: nos enteramos de que un otorrino muy cercano a todo el grupo estaba con cáncer. Nos organizamos rápido y nos apoyamos, pero fue difícil enfrentar la enfermedad de Pedro [Pedro Badía, jefe de Otorrinolaringología de Clínica San Carlos de Apoquindo]. Cuando falleció, el contexto COVID hizo que fuera imposible que todos pudiésemos ir a su funeral. Fue muy triste. Hoy la pena sigue, pero lo recordamos con mucha alegría en conversaciones de pasillo, reuniones y esperamos pronto tener una ceremonia de reconocimiento.

¿Cuál podría ser el momento más duro en la carrera de un médico?

Lo más duro es cuando se muere un paciente: es terrible porque uno siempre hace todo lo que se puede y, a pesar de que nuestra especialidad no está relacionada a enfermedades graves, a veces pasa. Recuerdo la muerte de un paciente después de una cirugía, y aunque no estuvo relacionado con la cirugía en sí fue muy fuerte. Uno siente impotencia. De ahí, hablar con la familia, acompañar en ese momento tan terrible… eso claramente es lo más duro.

También es duro para nosotros dar malas noticias, cuando finalmente se hace el diagnóstico de pérdida de audición, sobre todo en niños; sólo que en estos casos igual hay una arista positiva. Al dar la noticia podemos decir “tenemos todas estas cosas por hacer" y dar ejemplos de casos que han salido adelante. Se puede motivar a seguir.

¿Cuál es tu mayor motivación?

En lo personal, la felicidad de mis hijas. Adapto todo en mi vida para verlas crecer felices. El hecho de ser mamá no sé si me hizo ser mejor doctora, pero sí me ha ayudado empatizar, ponerme en el lugar de los papás y saber que al final lo que más importa es que los hijos estén bien.

¿Cuál es tu mayor triunfo?

De todas maneras, es haber logrado el equilibrio entre sentirme tranquila con lo que le entrego a mi familia y con lo que entrego en el trabajo. A veces es muy complicado y es lo que más me ha costado. Con el tiempo y el apoyo de mi familia y del grupo de otorrino, he logrado avanzar tranquila con los dos roles.

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