María Elisa Espinoza, Enfermera Coordinadora de la Unidad de Procedimientos Nefrológicos “Después de 37 años, sigo encontrando sentido en cada paciente que acompaño”
María Elisa, nacida en Curicó, vivió una infancia cercana al campo, en Hualañé, disfrutando de la naturaleza y la vida sencilla. Decidió partir a Santiago para estudiar enfermería, obteniendo finalmente dos títulos profesionales: Enfermera Matrona en la Universidad Católica y Enfermería en la Universidad de Chile.

Durante más de 36 años, María Elisa Espinoza ha dedicado cada día de su vida al cuidado de pacientes renales en el Hospital Clínico UC CHRISTUS. Su profesionalismo y compromiso son reconocidos ampliamente, pero lo que verdaderamente impulsa su vocación es algo mucho más íntimo y poderoso: el amor y la inspiración que le brinda su familia.
¿Cómo nació tu vocación por cuidar a los demás?
Mi llegada al área nefrológica no fue una casualidad. Sentí una conexión inmediata con esta especialidad, que me ha permitido unir la atención clínica directa con tecnologías médicas innovadoras que salvan vidas cada día.
¿Cuál ha sido el desafío más significativo en tu vida?
Sin duda, la pandemia fue uno de los mayores desafíos de mi vida, tanto en lo profesional como en lo personal. Durante ese periodo, me desempeñé como presidenta de la Sociedad de Enfermeras en Diálisis y Trasplante, liderando esfuerzos a nivel nacional para garantizar la atención de pacientes renales en medio de la crisis sanitaria más importante de los últimos años. Además, viví en carne propia la vulnerabilidad del COVID-19: enfermé junto a mi esposo Carlos, y ambos fuimos hospitalizados al mismo tiempo. Fue una experiencia profundamente transformadora que renovó mi compromiso y empatía hacia los pacientes.
¿Qué rol ha desempeñado tu familia en tu éxito profesional?
Carlos, mi compañero desde hace 37 años, ha sido un apoyo fundamental. Él es diseñador gráfico y profesor de filosofía. Nos conocimos en un bus viajando desde Rancagua a Santiago y desde entonces hemos estado siempre juntos, enfrentando desafíos y celebrando triunfos. Cada mañana me acompaña hasta la puerta del hospital y, sin excepción, me llama a las 16:30 para coordinar el regreso a casa. En mi oficina tengo fotos de nuestros tres hijos y dos nietos que reflejan la profunda conexión familiar que sostiene mi vida y mi profesión.
¿Qué actividades disfrutas en tu tiempo libre?
Desde joven he sido una apasionada por la lectura. Encuentro en los libros un refugio y una fuente de crecimiento constante, navegando entre distintos géneros y autores que amplían mi mundo. También disfruto mucho cocinar. Actualmente estoy fascinada explorando recetas veganas y me encanta el placer de preparar comidas para mi familia y amigos.
¿Cuáles consideras que son los principales desafíos que enfrentamos actualmente las mujeres en el ámbito profesional y personal?
Creo firmemente en la importancia de visibilizar y abordar las barreras que muchas mujeres enfrentamos día a día en nuestro desarrollo profesional y personal. Entre los desafíos más relevantes destaco la necesidad de avanzar hacia una equidad real en las oportunidades laborales, especialmente en roles de liderazgo, y lograr un equilibrio entre nuestras responsabilidades familiares y profesionales. Para superar estos desafíos se requiere compromiso, diálogo constante y acciones concretas que nos permitan construir espacios laborales y personales más inclusivos y justos.
¿Cuál es el mensaje que te gustaría dejar a las nuevas generaciones en salud?
Quiero dejar un legado claro y profundo: cuidar también implica cuidarse. A las nuevas generaciones les digo que mantengan viva la empatía y el respeto por cada paciente. Cada encuentro es una oportunidad para marcar una diferencia significativa en la vida de alguien. Detrás de cada rostro hay una historia que merece ser cuidada y valorada.